15-06-2006

¿Como es posible que me hagas sentir lo que siento ahora mismo si solamente te he visto dos veces? ¿Como es posible que nada más verte me tiemblen tanto las piernas hasta el punto de casi no sostenerme, que se me cierre la boca del estómago, aparezca un sudor por todo mi cuerpo y me quede completamente inmóvil?
Hace tanto tiempo que no sentía algo así, tan intenso...
¿Como es posible que me desmorone como un castillo de naipes? ¿Como es posible que me vuelva completamente vulnerable, que me quede totalmente indefenso?

En el fondo sé la respuesta a todas estas preguntas. Te pareces tantísimo a... que me cuesta pensar que no seas ella, que seas otra persona.
Creí que después de tanto tiempo podía controlar mis sentimientos, creí que las heridas de mi corazón habían cicatrizado; pero no es así, esas heridas siempre estarán abiertas. Eres mi punto más débil, mi talón de Aquiles para el cual no tengo defensa posible.

No quiero pasar por lo mismo. Creo que no tendría fuerzas para superarlo. Esta vez no.
Me he caido tantas veces, he perdido tantas veces, he visto tantas veces como otros han conseguido lo que yo más queria, he llegado tantas veces tarde...

Y ahora, ya no creía que volvería a sentir algo así por alguien. A estas alturas había perdido la esperanza de sentir algo parecido, de volver a sentir las mariposas revoloteando en mi estómago, de notar como hierve la sangre por mis venas cada vez que te tengo cerca, de sentir que aún puedo volver a enamorarme como un adolescente.

Y no quiero que ocurra eso, no quiero ofrecerte todo lo que soy, no quiero exponerme del todo, arriesgarme al máximo, hasta el límite; porque si lo hago y vuelvo a perder ya no creo que me queden fuerzas para levantarme de nuevo.
Pero sé que no existe otra manera de luchar por lo que uno quiere con todas sus fuerzas, que debe ser así si algún dia quiero tenerte conmigo.
Y sé que probablemente ésta sea mi última oportunidad, mi último cartucho para intentar ser completamente feliz, para luchar por lo que realmente vale la pena.

Y ahora apareces tú, y me haces revivir después de tanto tiempo aquellos sentimientos que tenía olvidados, apartados, prohibidos y que no creí que volvería a tenerlos nunca más. Tú, apareces y me despiertas la ilusión de nuevo, me despiertas las ganas de sentirme vivo, de pensar que a mi también me toca ser feliz.

Y tengo miedo, miedo de ilusionarme por tí, de que mi imaginación no pare de volar, de que me robes todas las horas de sueño, de que te conviertas en el mayor de mis deseos, de que no pueda parar de pensar en tí. Miedo de que algún día esos sueños, deseos e lusiones se desvanezcan de repente sin dejar rastro. Porque no sé quién eres, porque apenas te conozco y no sé que hay detrás de tí.

Tengo que encontrar la manera de olvidarte, de borrarte, de no pensar en tí, aunque sé que no podré hacerlo, porque no he parado de pensar en tí desde que nos hemos despedido y que por más que lo intente el último pensamiento antes de que me venza el sueño será para tí y no podré hacer nada para evitarlo.

Y sé que mañana no acudirás; no vendrás al lugar donde te he dicho que te estaré esperando.